Fui el abogado de Francesco Arcuri y os dejo un artículo que escribí cuando todo ocurrió.
Cuando comencé pensaba que era el abogado de “un hombre”, lo cual ya era un mal presagio, por género y por extranjero; después pensé ser el abogado del “monstruo del lago Ness”, porque se me vino encima una campaña de género feminista, a partir del maltrato contra la mujer, basada nada menos que en una resolución de conformidad del año 2009; y por último era el abogado de “David contra Goliat”. Y ya no había nada que hacer.
He intentado reducir los hechos al campo del Derecho, pero desgraciadamente esto no ha interesado gran cosa y me he visto metido en los famosos juicios paralelos en donde la verdad no importa mucho.
He venido manteniendo una postura estrictamente legal, y desde la legalidad confío en que, como mi cliente, yo mismo y los jueces de Granada hemos venido soportando una gran presión, otros operadores y tribunales la soporten, especialmente el Tribunal Constitucional, y haga su trabajo sin estar condicionado por calendarios exprés mediáticos.
Siempre hay fe para el milagro, por supuesto, en un caso que no terminará aquí. A nadie le va a importar la versión de los hechos de mi cliente; es el hombre, es extranjero, es el maltratador, está solo frente a una maquinaria de pancartas que cuesta dinero, ruedas de prensa que pueden costar dinero público (de hombres y mujeres), manipulaciones, olvido de la legalidad, justificación de un doble secuestro de menores, comprensión de una actuación injustificable bajo todos los puntos de vista, y el ataque al Estado de derecho. Todo ello se verá normal. “Somos los buenos”, se pensará. “Hemos hecho lo que toca, por favor, cómo se van a devolver esos hijos que no quieren volver”.
Claro, no importará que no quieran volver a Italia, porque nadie pensará que quizá no quisieron venir a España o no fueron preguntados, omitiremos un doble secuestro de unos niños, olvidaremos como sociedad que unos niños pueden ser manipulados y no importará que estemos creando una vía para el incumplimiento sistemático de las resoluciones judiciales de restitución.
Si esto es legítimo, admitamos que es legítima la actuación catalana a favor del referéndum obviando el cumplimiento de las resoluciones judiciales, y admitamos que es legítimo que se lleven a niños españoles a países árabes y no sean devueltos. No somos Europa ante algo cotidiano porque no nos importa mucho el Estado de derecho. ¡Victoria! No se restituirán los niños a Italia. Y se cambiará una gran falta a la verdad por un argumento sobre el interés de los menores prefabricado después de no ver a su padre.
Seguiremos, con o sin Tribunal Constitucional, y las pretendidas víctimas serán verdugos y los pretendidos verdugos serán las víctimas.
Así no, ni como abogado ni como ciudadano ni como hombre no machista cuyo género, mi género, reivindico con orgullo en estos momentos de persecución. Se habrá cometido por la sociedad, una gran injusticia.
Adolfo Alonso Carvajal